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miércoles, 2 de noviembre de 2016

La Peste negra, lo más cerca que estuvo la especie humana de la extinción.

El otro día estaba viendo un documental en National Geographic sobre las catástrofes más devastadoras de la historia. Muchos de vosotros pensareis que la más mortífera de todas haya sido un terremoto, una erupción volcánica, un tsunami o un huracán, pero no.

El primer puesto estaba ocupado por la Peste negra, también llamada bubónica. Esta pandemia afecto en el siglo XIV a Europa matando a un tercerio de la población europea o incluso a la mitad según algunas fuentes, pero también a China, Medio Oriente, India y el norte de África. Este brote causado por una variante de la bacteria Yersinia pestis apareció en 1320 en el desierto de Gobi desde el cual se expandió a los otras regiones del mundo alcanzando en 1346 Europa a través de rutas comerciales.


Propagación de la peste en Europa
Rápidamente se acusó a los judíos como los causantes de la pesta por medio de la intoxicación y el envenenamiento de las aguas de los pozos y comenzaron a exterminarlos. 

La información sobre la mortalidad varía ampliamente según las fuentes pero se estima que aproximadamente 25 millones de muertes tuvieron lugar solo en Europa junto a otros 40 a 60 millones en África y Asia. Algunas localidades fueron totalmente despobladas, con los pocos supervivientes huyendo y expandiendo la enfermedad aún más lejos.
La enfermedad se manifestaba en las ingles, axilas o cuello, con la inflamación de alguno de los nódulos del sistema linfático acompañada de supuraciones y fiebres altas que provocaban en los enfermos escalofríos, rampas y delirio. 


El ganglio linfático inflamado recibe el nombre de bubón, de ahí el nombre de la peste. La forma de la enfermedad más corriente era la peste bubónica primaria, pero había otras variantes: la peste septicémica, en la cual el contagio pasaba a la sangre, lo que se manifestaba en forma de visibles manchas oscuras en la piel, y la peste neumónica, que afectaba el aparato respiratorio y provocaba una tos expectorante que podía dar lugar al contagio a través del aire. La peste septicémica y la neumónica no dejaban supervivientes.
El poder de La Tierra es enorme como se suele decir, pero este es un claro ejemplo de que el poder de algo tan diminuto como una bacteria puede ser equiparable al de cualquier catástrofe medioambiental. Esta bacteria todavía vive y sigue causando estragos en la actualidad.


Aquí os dejo un documental sobre esta peste. No es el mismo que el que había visto pero si bastante similar, así que os animo a que lo veáis.

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