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miércoles, 9 de noviembre de 2016

La historia de la penicilina.

Alexander Fleming no descubrió la penicilina, solamente se la encontró y no supo ver sus posibilidades terapéuticas. Eso lo logró un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido) que, cuando el hallazgo de Fleming caía en el olvido, lo retomaron. Hace ahora 75 años, primero probaron este misterioso hongo con ratones y después con humanos. Aunque el primero de sus pacientes se les murió, fue el verdadero inicio de la era de los antibióticos.

Hasta 1940, cualquier infección bacteriana podía acabar matando a una persona por una simple herida. Esto es lo que le pasaba al policía alemán Albert Alexander que se arañó la boca con una rosa y la infección comenzó a extenderse por la cara, los ojos y las vías respiratorias. Este ingresara en el hospital de Oxford donde el doctor le habló de un tratamiento experimental que no se había probado en humanos. Este doctor colaboraba con Howard Florey que había reunido a un grupo de científicos para estudiar agentes biológicos con propiedades antibacterianas, entre ellos el hongo Penicillium notatum, el mismo que estropeó los cultivos de Fleming. 


Fleming perdió el interés por la penicilina ante su inestabilidad y su dificultad para purificarla. Fue Florey, con la ayuda Ernst Chain, un químico judío de origen alemán y el biólogo Norman Heatley, el otro gran olvidado de esta historia, el que logró estabilizar y purificar el primer antibiótico de la historia. 


En mayo de 1940, con los ejércitos alemanes invadiendo media Europa, el grupo de Oxford decidió probar la eficacia de la penicilina. Para ello, infectaron a ocho ratones con una dosis letal de estreptococos. A cuatro de ellos les inocularon penicilina. Por la tarde, los roedores no tratados habían muerto mientras a los que les habían administrado el antibiótico seguían con vida y lo siguieron por muchos días. Uno de ellos llegó a la quinta semana.

Era el momento de probarlo en humanos. Florey decía entonces: "Tratar y curar infecciones en un ratón es una cosa, pero los humanos son unas 3.000 veces más grandes y necesitarían 3.000 veces más penicilina". Heatley llenó la escuela de patología de bidones de leche, bañeras y escupideras o bacinillas donde cultivar penicilina.

Alexander recibió su primera dosis de penicilina el 12 de febrero de 1941 y mejoraba progresivamente con esta administración pero al quinto díaa se acabaron las reservas y terminó falleciendo. A pesar de la muerte de Alexander, Florey y su equipo siguieron cosechando penicilina y tratando a más enfermos. Los cinco siguientes infectados sí acabaron por curarse. Aquel verano, la revista The Lancet publicaba los resultados de estos experimentos. Pero, en pleno esfuerzo bélico, ni las autoridades ni la industria química británica apostaron por la producción masiva de penicilina. Así que Florey y Heatley volaron a EE UU, un país aún no beligerante y donde tenían compañeros de formación.
En noviembre de 1941 el estadounidense Andrew Moyer, con la ayuda de Heatley, simplificaba el proceso para obtener penicilina, multiplicando por 10 la cantidad de antibiótico obtenido de la fermentación. Para 1943, ya se comercializaban ampollas de la misma y ese mismo año, los antibióticos comenzaron a utilizarse en la guerra. 



Conociendo todo esto, considero que es una injusticia que el descubrimiento de la penicilina se asocie solo a Fleming y nunca hayamos oído de hablar dee Florey, Chain o Heatley. Este reconocimiento se debe principalmente porque la maquinaria publicitaria del hospital de St. Mary donde trabajaba Fleming siempre mantuvo esta idea. Por lo tanto vemos como el poder de la prensa y de la publicidad ya era muy importante en aquella época. 





Aquí os dejo un vídeo en el que se habla del descubrimiento de la penicilina. ¡Espero que os guste!


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