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viernes, 28 de octubre de 2016

Una muerte digna, reto de enfermería.

Últimamente ha sido un tema concurrente la dignidad en el momento de la muerte. La dignidad del proceso de vivir se debe mantener hasta la muerte y especialmente en el momento de morir. Hoy hablaremos sobre la muerte digna, un reto para el colectivo enfermero. 


Los enfermeros como asistentes de cuidados debemos también brindarlos en el momento del desenlace final y por eso debemos tener claro qué significa muerte digna además de cuidados integrales y paliativos y los aspectos que debemos tener en cuenta para lograrlo ya que es un momento especialmente delicado en la vida de los familiares. Para que este proceso sea correctamente gestionado nuestro colectivo cuenta con un protocolo cuyos objetivos son acompañar al paciente y familia en el proceso de la muerte y que el proceso sea lo más integrador posible y humanizar el proceso de forma que nuestras actuaciones estén a la altura de la dignidad de la persona. En este momento nuestra función está destinada a aliviar acompañar y preparar al paciente y la familia para la muerte.

Para lograr estos objetivos debemos evaluar el grado de limitación del paciente e informar y mantener partícipes siempre a la familia en las decisiones. Debemos hacer ver a la familia que el proceso es irreversible y acompañar durante todo el proceso a la familia y al enfermo.

Los planes de cuidados elaborados deben estar encaminados a promocionar alivio y comodidad eliminando intervenciones innecesarias. Para esto tratar el dolor, la agitación y los síntomas relacionados con la muerte es crucial además de mantener una higiene adecuada.

El alivio psicológico y espiritual se facilita informando a la familia del posible desenlace contribuyendo a la asimilación del mismo. Además facilitar el contacto físico, limitar las visitas a las personas que la familia desee, informar de forma realista del proceso, tranquilizar a la familia y escuchar se convierten en acciones necesarias para facilitar este proceso. Además de facilitar cobertura psicológica o religiosa si la requieren.

El entorno también debe estar acondicionado y debemos tener en cuenta aspectos como proporcionar una habitación individual si es posible, actuar con discreción, etc. Otra de las funciones es mantener una actitud abierta frente a los interrogantes y dudas de los familiares.


Tras la muerte, facilitar espacios tranquilos, permitir el desahogo del dolor de la familia, la preparación correcta del cadáver, la orientación a la familia en aspectos burocráticos y el asesoramiento en el proceso de duelo son acciones que también debemos tener en cuenta como parte del personal sanitario para promover y lograr una muerte lo más digna posible tanto para el enfermo como para la familia.



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