No podemos fiarnos de estas etiquetas ni de estos productos: con muchos de ellos si que se pueden conseguir dichos efectos sobre nuestra salud, pero con ingestas imposibles. Es por ello que voy a hablaros de algunos ejemplos, como son el pan tostado y las galletas:
Para comenzar, tanto el pan tostado como el pan de molde se alegan principalmente a la ausencia de colesterol y, por lo tanto, a la disminución de riesgo de enfermedad cardiovascular. Pese a esto, el consumidor no está informado de la cantidad de pan tostado que debería consumir para que su colesterol, supuestamente, disminuyera.
Otro buen ejemplo son las galletas con L-Cartinina, un nutriente que nos permite reducir nuestra grasa corporal. Pero... aquí viene lo gracioso: para que la L-Cartinina nos hiciera el efecto deseado a través de las galletas, el consumidor debería ingerir una caja entera de galletas. llegando a consumir al rededor de 115g. de grasa y superando las 2.600 kcal. Por lo tanto, esas galletas que nos aseguran que permiten romper grasas... es una farsa.
En conclusión, al igual que en el caso de los productos light, con los productos funcionales no podemos fiarnos de todo lo que leemos en sus etiquetas.
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