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miércoles, 26 de octubre de 2016

Nunca trates a alguien como no te gustaría que te trataran.

Hoy vengo a contaros una experiencia personal que tuve la semana pasada con un paciente en mis primeras prácticas en el hospital.
Todos hemos vivido en primera o tercera persona el ingreso en un hospital y creo que todos estamos de acuerdo en que los sentimientos predominantes son el miedo, el aburrimiento y el pensar ¿cuánto tiempo me pasaré aquí?. Sin embargo, la soledad por suerte no suele ser un sentimiento dominantes porque normalmente cuando una persona ingresa en el hospital va acompaña por mucha gente, bien sea familia, amigos o conocidos a los que apenas ves pero que deciden mostrar en este tipo de situaciones todo su apoyo. Pues bien, esta idea que tenía se ha roto totalmente la semana pasada y ahora os contaré el por qué.
Durante mi primera semana me he ocupado de las mismas habitaciones y esto me ha permitido ir conociendo poco a poco  los pacientes. Uno de ellos desde el primer día me sorprendió. Muchos de vosotros podréis pensar que el motivo de mi sorpresa ha podido ser algún rasgo físico, su espontaneidad, amabilidad, antipatía...pero no, realmente lo que me sorprendió no fue él realmente, sino el hecho de no tener acompañante. Los días pasaban y lo primero que hacía al entrar en la habitación era mirar esa silla que siempre estaba vacía.

No se como respondería otro enfermero pero a mi ese hecho me hizo tener una atención especial hacia él. Intentaba ante todo hablar con él y darle conversación porque veía que lo necesitaba ya que cuando entraba alguien en la habitación se le veían las ganas de hablar y de sentirse querido. De hecho, siempre me preguntaba si volvería al día siguiente.
Hasta cierto punto podría comprender que existe gente a la que le cuesta hacer amigos, pero lo que no entiendo es que no hubiera absolutamente ningún familiar con él, en ningún momento del día. Este es un caso más de rechazo tan presente en la sociedad aunque nunca había vivido uno tan de cerca. La enfermería busca tratar bien a la gente pero el hecho de no infravalorar y no dejar de lado a la gente debería ser un valor extendido entre todo el mundo. Recuerda que ser diferente no es malo y aquí  dejo un vídeo para todas aquellas personas que en algún momento de sus vidas han evitado a otra por el simple hecho de ser diferente. Reflexionen y recuerden que la soledad es un sensación que nadie le gustaría sufrir.



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